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Hoy volvemos a publicar un antiguo episodio de nuestro podcast para aprender español, para aprender español en contexto. La historia de hoy es una historia real, de cuando yo era niño y soñaba con tener una bicicleta.
Esto es lo que hacemos en nuestro podcast: contamos historias para aprender español en contexto.
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Yo solo quería una bicicleta…
Cuando yo era pequeño, hace muchos, pero muchos años, soñaba con tener una bicicleta.
El juguete con el que todos los niños soñaban era la bicicleta o el balón de fútbol. Un balón “de reglamento”, es decir, oficial, como con el que jugaban los equipos de la liga de fútbol. No una pelota de plástico o de goma para dar patadas en la calle, sino un balón de fútbol de los de verdad, como los que se veían en los partidos de la tele.
El rey de los juguetes
Pero lo que yo de verdad quería era una bici.
Eran los años setenta. En aquella época, no había internet, ni videojuegos. Para jugar había que ir a la calle o, si estaba lloviendo, nos quedábamos a jugar en el patio de la casa o incluso en las escaleras.
Nuestro juego favorito era el fútbol. Como no había muchos coches, no era difícil organizar un partido en cualquier calle tranquila o en una plaza del barrio donde vivíamos. Siempre había algún niño del barrio que sacaba una pelota. Con cuatro piedras formábamos las porterías. Y ya estábamos listos para empezar a jugar partidos de fútbol que solían acabar cuando llegaba la hora de la comida o de la cena y nuestras madres nos llamaban para volver a casa. Nos llamaban a voces, desde la ventana de la cocina, porque en aquellos años todavía no teníamos móviles.
Si no teníamos un balón para jugar al fútbol, entonces jugábamos al escondite, al “pilla pilla”, a las canicas…
En las tardes de invierno, cuando hacía frío y nuestras madres no nos dejaban salir, nos quedábamos en casa sentados alrededor de la mesa camilla y jugábamos al parchís, a la oca, a las damas o al monopoly.
Pero lo que todos queríamos era, sin lugar a dudas, una bicicleta. Cada año la solíamos pedir a los reyes, pero como la mayoría de los niños del barrio éramos pobres, pocos de nosotros la recibíamos.
El niño que tenía una bicicleta era la envidia de todos los otros niños del barrio.
En español, cuando se dice “los niños”, se quiere decir, realmente, los niños y las niñas. Con el masculino plural englobamos el masculino y el femenino. Sin embargo, cuando yo hablo de los ” niños del barrio” me refiero, literalmente, a los niños porque las niños y las niñas no jugábamos nunca juntos. Teníamos juegos diferentes. Las niñas jugaban a la rayuela, al corro de la patata y saltaban a la comba; los niños a las canicas y al fútbol.
Era una división estricta. A los juegos de niños jugaban los niños y a los juegos de niñas jugaban las niñas.
Como a mí de niño los reyes nunca me trajeron la bicicleta, nunca aprendí a montar en bici. Pero siempre he tenido el sueño de la bicicleta y hace solo un par de años, finalmente, los Reyes Magos me trajeron la bici. Supongo que estaban tan ocupados que no pudieron hacerlo antes.
Ahora tengo una bicicleta italiana negra, grande como un caballo, elegante. Me recuerda las bicis que se ven por las calles de Amsterdam.
Poco a poco estoy aprendiendo a montar en bici. Pero todavía me siento bastante inseguro. Ya soy capaz de manejarla con una mano solamente y en las últimas vacaciones recorrí las islas de Lanzarote y Fuerteventura en bicicleta. Para mí fue realmente una aventura inolvidable entre paisajes lunares hechos de roca y lava volcánica; por caminos desérticos, en medio de dunas de arena a lo largo de la costa, frente al Océano Atlántico.
Todavía no sé manejarla bien y siempre pienso que me voy a caer y que voy a terminar en el hospital con una pierna rota, pero me gusta mucho montar en bici.