Aprender español en casa o en clase

¿Vale la pena ir a clase de español?
Llevo más de un año estudiando alemán. Normalmente estudio solo, en casa, con libros o con recursos que encuentro en línea, en internet. Me gusta, pero la verdad es que es un poco aburrido. Estoy pensando que quizás sería mejor ir a clase.
Estoy pensando en matricularme (inscribirme) en un curso de alemán en el Instituto Goethe. El problema es que los cursos de alemán, los cursos de idiomas en general, son muy caros y no estoy seguro que valga la pena realmente ir a clase.
Yo ya he aprendido francés, inglés e italiano y, claro, he hecho muchos cursos de idiomas. A veces me lo he pasado muy bien en los cursos de idiomas que he hecho, pero a veces no. A veces me he encontrado en clases de idiomas con profesores muy malos que hacen las clases aburridas, que usan métodos muy antiguos y tradicionales; o quizás con estudiantes muy pasivos, que no particiban en clase, que no colaboraban. A veces lasa clases donde estudiábamos eran horribles: aulas oscuras, sin ventanas, mal iluminadas, con ruido, feas…
En fin, por un lado me gustaría ir a clase porque en casa estudiando solo me aburro y porque creo que estudiar o aprender un idioma es algo social, algo que se debería hacer con otros, en grupo; pero por otro lado tengo miedo de gastar mucho dinero en un curso que luego no me guste o donde yo no me encuentre bien.
Entonces, esta es la pregunta que os hago esta semana: ¿vale la pena ir a clase de español?
Espero vuestros comentarios.

El español, idioma machista

¿Es el español un idioma machista?
En el episodio de hoy de nuestro podcast para aprender español hablamos del español y nos preguntamos si es un idioma, una lengua, machista.
A veces se dice que el español es un idioma machista porque cuando hay un grupo mixto (chicos y chicas, hombres y mujeres, niños y niñas, etc) se usa el masculino plural para englobar tanto a los hombres como a las mujeres, al género masculino y al género femenino. De hecho, hace unos días, alguien me comentó en YouTube que yo siempre empiezo mis vídeos y mis podcasts diciendo ¡Hola, chicos! y me preguntaba por qué yo no me dirigía a las chicas, por qué yo no hablaba a las chicas, a las mujeres de nuestra página, por qué saludaba solamente a los chicos, a los hombres.
La explicación es muy sencilla. En español, cuando hay un grupo mixto de hombres y mujeres, el masculino plural engloba a todos, a los hombres y a las mujeres. Por ejemplo, cuando yo digo “mis padres están en mi casa” me refiero a mi padre y a mi madre; no es que yo tenga “dos padres”, no, no es eso. Es que “padres” engloba al padre y la madre.
Sucede igual con niños, españoles, hermanos, chicos… las niñas, las españolas, las hermanas y las chicas están incluidas.
No sé qué pensáis de este tema. ¿Creéis que el español es un idioma machista? Creéis que se debería decir siempre “los niños y las niñas”, “los españoles y las españolas”, “todos y todas”… Hay gente, de hecho hay mucha gente, que hace un esfuerzo por hablar así. Pero a mí, sinceramente, me parece un modo de hablar muy forzado, muy artificial, muy poco natural y, la verdad, un modo de hablar muy feo.
Pero me gustaría saber vuestra opinión. ¿Qué pensáis vososotros (¡y vosotras!).
Escuchad el podcast de hoy y dejad vuestro comentario aquí, en este blog, o en nuestra página en Facebook. Me encantaría conocer cuál es vuestra opinión.
¡Un saludo a todos y a todas! 🙂

Demasiadas vacaciones | podcast para aprender español

¿Tenemos demasiadas vacaciones los profesores?
 

Hola, chicos, ¿qué tal? ¿cómo va el año 2018? ¿Todo bien?

Ya han terminado las vacaciones. Ahora hay que volver al trabajo o a los estudios. A la rutina diaria. Bueno, yo ya he vuelto, ¿eh? Yo empecé las clases esta semana, ¿vale?

¡Qué cortas! ¡Las vacaciones me han parecido muy cortas! Estas tres semanas se han pasado volando…

Sí, ya sé lo que muchos de vosotros estáis pensando:
“¡3 semanas, 3 semanas de vacaciones! El tío ha estado tres semanas de vacaciones y todavía se queja.”
Lo sé, lo sé. Tengo mucha suerte, lo sé.

Muchos de vosotros habéis tenido tan solo unos cuantos días de fiesta, ¿verdad? Y yo, aquí, con tres semanas de vacaciones y quejándome.

Muchos de vosotros estaréis pensando que los profesores tenemos demasiadas vacaciones. Sí, eso es lo que mucha gente piensa, ¿no? Tres semanas en Navidad, un par de semanas en en Semana Santa y dos meses, más de dos meses en verano. ¡No es justo!

Bueno, quizás tenéis razón, no sé. ¿Tenemos demasiadas vacaciones los profesores? Bueno, yo no lo creo. Claro, yo soy profesor. ¿Qué voy a decir yo? No he conocido nunca a un profesor que diga que los profesores tenemos muchas vacaciones… Claro, es normal. Y yo tampoco lo voy a decir. A mí me encanta tener muchas vacaciones, lo siento, pero es así. Bueno, no lo siento, no lo siento en absoluto. Al contrario, estoy supercontento de tener tantas semanas de vacaciones.

La verdad es que si dejara de ser profesor y empezara a trabajar en cualquier otro lugar donde solo tuviese un mes de vacaciones al año, me deprimiría, me pondría muy triste. No sé si lo podría soportar. Las vacaciones son fundamentales para mí porque durante el resto del año yo no tengo tiempo de hacer nada más que trabajar. En vacaciones hago todo lo que no puedo hacer durante el resto del año, es cuando realmente vivo, es cuando hago realmente lo que me gusta, lo que me apetece: puedo leer, viajar, pasear en bicicleta, acostarme tarde, ir al cine… y relajarme, simplemente no hacer nada. Eso es lo que realmente me gusta más de las vacaciones: no hacer nada, pasar las horas muertas sin hacer nada. Simplemente dar un paseo por el campo, leer el periódico, tomar un café, pensar en las musarañas… Sí, eso es lo que más me gusta realmente: no hacer absolutamente nada. A veces ni siquiera me afeito. Me quedo en casa, me siento en el sofá y me pongo a ver algún vídeo o a leer algo…

 
¡A vivir que son dos días!
Y comer. También me gusta mucho comer. Antes de irme de vacaciones dije que en enero volvería más gordo porque pensaba comer muchos dulces de Navidad. Y he cumplido mi palabra, eh, he cumplido mi promesa: estoy más gordo que antes de la Navidad. Creo que he cogido unos dos o tres kilos. He comido mucho. Turrones, mantecados, chocolate, dulces… Pero no me importa. No me importa nada porque me lo he pasado muy bien, me he relajado y recargado las baterías. Como se suele decir: ¡a vivir que son dos días! ¿Conocéis ese dicho? ¡A vivir que son dos días! Hay que disfrutar cada día, mientras podamos, porque la vida es muy corta y nunca sabemos cuándo se va a terminar.

Por eso, no me importa nada haber engordado en Navidad. Pero, bueno, la Navidad ya se ha terminado. Ahora hay que volver a la rutina diaria, a las clases, a las prisas, a las preocupaciones, al estrés… me gustaría vivir sin preocupaciones, sin estrés… cuando estoy de vacaciones, especialmente cuando estoy de vacaciones en Navidad, al principio del año, pienso mucho en mi vida, en cómo puedo cambiar, en cómo puedo mejorar mi vida… Siempre hago muchos planes; hago lo que se llama “Propósitos de Año Nuevo”. De hecho hace un par de semanas hice un vídeo sobre mis propósitos para el año 2018. No sé si lo habéis visto.

Yo siempre estoy haciendo planes para el futuro. Soy una de esas personas que hace listas, listas de cosas que tiene que hacer, listas interminables de sueños por cumplir: dejar de fumar, hacer más ejercicio,